El académico de Oriente Medio y columnista de Diario de América, Walid Phares, en su reciente libro La guerra de ideas: la yihad contra la democracia, traza la base ideológica que utilizan los yihadistas para perpetuar su agenda antioccidental . Phares, que nació y creció en el Líbano, pone sobre la mesa su experiencia personal como habitante de Oriente Próximo así como su carrera académica como profesor de Estudios de Oriente Medio y terrorismo.
Uno de los factores clave que revela el autor aquí es la metodología en la que los corazones y las mentes de los jóvenes estudiantes son absorbidos por el yihadismo que les vende lo que el autor define como "yoga espiritual". Además, decir que la yihad es "la guerra santa" es demasiado simplista. La definición de yihad y su significado se han convertido en uno de los errores de concepción más comunes hoy mientras libramos la guerra de las ideas en la guerra contra los yihadistas. Estos debates sobre si la yihad es o no una batalla psicológica o si tiene una connotación militar real o no se han convertido en el centro del debate en muchos departamentos universitarios, especialmente en los departamentos de Oriente Medio, post-11 de Septiembre.
El quid de la cuestión es que la yihad siempre ha tenido una connotación militar a pesar de lo que a muchos les gustaría hacernos creer. Como subraya David Cook en su estudio Comprender la yihad, "sostener que la yihad significa 'esfuerzo para alcanzar una vida plena' es patético e irrisorio en cualquier caso. En toda la literatura concerniente a la yihad -- ya sea militante o interna -- la idea fundamental es desconectarse del mundo, desvincularse del mundo ya sea corporalmente (como en batalla) o espiritualmente (como en la yihad interna). Las prioridades de la yihad aquí son exactamente invertidas con respecto a las realidades históricas y religiosas: la lucha armada -- la conquista agresiva -- viene primero, y después el significado adicional se adjunta al término".
Como resultado de lo antedicho, hemos visto la expansión de una yihad académica, que está creciendo por las universidades norteamericanas. En consecuencia, estudiantes y donantes son despistados por el dinero saudí y wahabí que viene siendo inyectado al sistema desde los años 60 en un esfuerzo por lo que consideran es "una descripción justa y honesta de Oriente Medio" -- que no podría estar más alejada de la realidad. La experiencia de Phares como profesor que imparte clase sobre Oriente Próximo y terrorismo es sorprendente cuando se considera lo que tuvo que hacer para sobrevivir en su departamento. Como escribe, "He observado con sorpresa a estudiantes americanos privados de su derecho básico a ser formados con precisión en materia de las principales amenazas geopolíticas e ideológicas a su patria. En lugar de utilizar el tiempo lectivo para analizar en profundidad el ascenso de lo que se convertiría en A -Qaeda o las estrategias a largo plazo del régimen de Jomeini, nosotros los profesores tenemos que `limpiar' el proceso de des-educación que empañó la visión intelectual de una generación entera”.
Además, la libertad de cátedra ha sido utilizada como coraza y carta blanca cuando los oradores son despreciados como conservadurismo-revivalismo. Las nociones modernas de libertad de expresión y libertad académica se derivan de Sobre la libertad, de John Stuart Mill. Mill sostuvo que la libertad de expresión se origina en el deseo de la sociedad de descubrir la verdad. Al vetar una opinión concreta, nos privamos de la oportunidad de cambiar un error por la verdad. Pero al prohibir una opinión falsa, afirmaba Mill, perdemos algo casi igual de valioso -- una percepción más clara de la verdad producida por el conflicto con el error. Si no hay ninguna opinión contraria para poner a prueba tus ideas, Mill argumentaba que uno debe inventar argumentaciones contra sus propias creencias.
Todo lo que sucede dentro del aula hoy es juzgado protegido por "la libertad de cátedra", ya sea académico o no. Solamente la humillación sexual parece exenta de esta protección a ultranza. Gradualmente, todos los campus se han convertido en una zona "libertad académica" en la que las protestas y las demás actividades ahora equivalen a "libertad académica". La libertad para criticar, como era de esperar, se dirige sobre todo contra los Satanes gemelos, Israel y América, aunque los esfuerzos por censurar el discurso que los académicos encuentran inaceptable o desagradable han estado presentes desde hace tiempo en la forma de "códigos de expresión" y restricciones al "discurso de odio". Claramente, la libertad académica es una calle de un solo sentido; solamente aquellos con las opiniones adecuadas pueden reclamarla.
Finalmente, el libro de Phares es una importante contribución para prolongar la batalla contra la yihad académica que infesta las aulas universitarias. Su libro es un valor añadido a Las torres de marfil de Martin Kramer, en el que Kramer recoge el secuestro de los estudios de Oriente Medio en América por parte de una cohorte de académicos politizados que culpan de los problemas de Oriente Medio a Occidente y desprecian la amenaza del terror islamista.
Ganar la guerra contra el terrorismo precisa de ganar la guerra de ideas tanto como la guerra sobre el terreno, y el libro de Phares sirve como guía útil para hacer que eso suceda.