Desde la victoria de Hamas en las elecciones palestinas, somos testigos de la reivindicación y renovación de la política de asesinato selectivo de Israel. Incluso antes de que Hamas fuera "legalizado", Israel utilizó esta técnica para provocar la dispersión dentro de los grupos terroristas. Ahora es más apropiada que nunca.
Históricamente, el gobierno norteamericano nunca aprobó realmente la política de asesinatos selectivos de Israel, incluso cuando los ciudadanos americanos eran las víctimas de los atentados terroristas. Como articula el portavoz del Departamento de Defensa Richard Boucher, "Nosotros [América] estamos en contra de los asesinatos selectivos. Estamos en contra del uso de armamento pesado en áreas urbanas, incluso en lo que respecta a gente como Mohammed Deif, que ha sido responsable de las muertes de ciudadanos americanos".
Pero por si los ataques de Hamas desde Gaza no fueran suficiente, la apertura de un segundo frente por parte de Hezbolá contra Israel demuestra que América debería respaldar a Israel más que nunca en su desafío de extirpar a los elementos terroristas donde quiera que se encuentren. Estados Unidos tiene que empezar a ver la guerra de Israel contra Hamas de la misma manera en que Washington ve su propia guerra contra los ex funcionarios del régimen baaz de Saddam Hussein, igual que la guerra de Washington contra los terroristas de al-Qaeda. La idea es que luchar contra el terrorismo es inútil a menos que los líderes principales, los planificadores y los soldados de a pie hayan sido eliminados.
Incluso aquellos israelíes que estaban a favor de la retirada de Gaza sabían que muchos palestinos verían la retirada como una retirada estratégica y una victoria para Hamas. La noción de que "hoy tenemos Gaza y mañana tendremos Jerusalén y Tel Aviv" sigue sonando en la sociedad palestina. Si Israel responde inmediatamente a cada ataque y misil disparado, sin importar las bajas israelíes, se restaurará la verdadera disuasión. La relativa contención mostrada por Israel en los seis últimos años desde la retirada del Líbano ha erosionado la sensación de causa y efecto por parte de los enemigos de Israel, que se engañaron a sí mismos, a sus poblaciones y a Israel con la percepción de que Israel era estrictamente reactivo.
Poner las miras en los soldados de a pie de Hamas claramente sacudió a los miembros de Hamas, inspirándoles a dispersarse. Hasta que Israel eliminó al líder espiritual de Hamas, el jeque Ahmed Yasin, en septiembre del 2003, Hamas veía esos "objetivos menores" como disparos de advertencia. Apuntar a Yasin fue el inicio de un juego completamente nuevo, como exclamaba posteriormente el portavoz de Hamas Abdel-Aziz Rantisi, que fue posteriormente objetivo: Israel había "abierto las puertas del infierno". Pero después de Yasin, la política ocupó el segundo lugar frente a los ataques continuados contra las bombas andantes, los terroristas de camino a sus objetivos.
De lo que Hamas y Hezbolá se tienen que dar cuenta es que los soldados de a pie ya no son los únicos objetivos. La falta de estabilidad dentro de la AP, el incremento de los atentados suicida y el fuego masivo de misiles procedente tanto de Gaza como del Líbano aproxima a Israel a una guerra total. La hoja de ruta americana a la paz no está ni de lejos en la agenda de nadie ya. La vacilación de Israel a la hora de poner sus miras en los principales líderes del grupo manifiesta hasta qué punto las fuerzas de seguridad israelíes descartan las consideraciones que la política exterior (no queriendo enfadar a Estados Unidos, Europa, Egipto Jordania) dicta sobre cómo Israel debería tratar con el terror. A la inversa, si América se diera por satisfecha solamente con los soldados de a pie de al-Qaeda, los líderes se verían indestructibles porque no son los objetivos principales. Zarqawi aún estaría vivo y encabezando su sangrienta campaña en Irak.
El asesinato selectivo de líderes terroristas es, por definición, eficaz. El asesinato selectivo bien planeado por parte de las fuerzas de seguridad israelíes con seguridad puede ser una herramienta poderosa para el contraterrorismo israelí. Como explica el analista Gal Luft, "la constante eliminación de los líderes terroristas deja a las organizaciones terroristas en un estado de confusión y dispersión. Aquellos a continuación en la línea sus asesoría se toman su tiempo antes de ocupar el puesto de sus predecesores. Saben que al elegir asumir el liderazgo, añaden sus nombres a la lista de objetivos de Israel, donde la vida es hobbesiana: desagradable, primitiva y corta". Es la misma metodología que la administración Bush ha estado utilizando en la guerra contra el terror.
Pero si Israel espera que el asesinato selectivo haga más que asustar a los operativos de Hamas o entorpecer a la organización durante un periodo de tiempo corto, Jerusalén se tendrá que centrar en los principales radicales y líderes estratégicos que constituyen el núcleo mismo del movimiento de Hamas. Cierto, atacar a los radicales de los niveles medio y bajo mantendrá a la defensiva a Hamas. Líderes como Mahmoud al-Zaharand o Jaled Mashaal están más seguros hoy que la gente que envían a las calles a inmolarse. La inmunidad religiosa y política que Yasin y Rantisi reclamaban hace tiempo que pasó a la historia. Estados Unidos debería darse cuenta de que igual que matar o detener a Usama bin Laden sería crucial para debilitar a al-Qaeda y la eliminación de Sadam fue necesaria para crear un nuevo régimen, matar a Yasin o a Rantisi minó a Hamas antes y debe hacerse de nuevo.