En una declaración oficial, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, indicó que los socios de Hamas que se ocupan de política “pueden ser miembros de las organizaciones, pero no son terroristas, versus terroristas, gente que tiene sangre en sus manos”. [1] ¿Es suficiente esta distinción para convencernos de que Hamas solo hace vino y miel y proporciona asistencia social? ¿Y la administración Bush no sabe qué es Hamas en realidad?
Hamas es el acrónimo de “Movimiento de Resistencia Islámica” (Harakat al-Muqawamah al-Islamiyya) y denota ansia, celo y pasión por una causa, siendo la causa aquí la destrucción de Israel. Hamas fue registrado legalmente en Israel en 1978 por el jeque Ahmed Yassin, que era el líder espiritual del movimiento hasta el 2004. Falleció el 22 de marzo del 2004, cuando helicópteros del ejército le dispararon misiles cuando salía de una mezquita de la ciudad de Gaza. Posteriormente, la dirección de Hamas declaró, “Sharon ha abierto las puertas del infierno y nada nos impedirá decapitarlo”. En agosto de 1988 se publicó la Carta de Hamas, y desafió a la OLP y a su afirmación de ser la única representante legítima del pueblo palestino.
Allá por entonces, Estados Unidos e Israel pensaron que esto equilibraría a la OLP, pero esto obviamente salió por la culata. La primera intifada actuó como catalizador importante del establecimiento de Hamas como rama de la Hermandad Musulmana de Egipto. Hamas es un movimiento teocrático fanático dedicado a la ley islámica, que en la práctica es fruto directo de la agenda de la Hermandad Musulmana, el mismo grupo responsable de asesinar a Sadat, no a una mezcla mítica de islam y democracia.
Hoy, afrontamos la posibilidad de que Hamas se convierta en un jugador legítimo dentro de la Autoridad Palestina (AP), a pesar del hecho de que desde el 2000, Hamas ha sido responsable de más de 425 atentados terroristas. En las próximas elecciones generales programadas para julio, Hamas estará en posición de ganar entre el 35 y 40% de los 132 escaños del consejo legislativo palestino. El palestino de la calle no ve ningún problema en las políticas o el papel de Hamas; al contrario, como dice Ahmad Khadoura, “no creo que [Hamas] vuelva a la lucha armada. Pero si hay necesidad, ¿por qué no? Si es necesario”. [2] Por otra parte, a las voces que salen de la academia árabe les gustaría que aceptásemos a Hamas y a Hezbolá como expresiones políticas legítimas, incluso si están armadas. Como afirmó Emad Gad, un politólogo del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos de Al Ahram en El Cairo, “el compromiso con Hamas y Hezbolá es importante, pero es complicado y difícil porque aún están armados”.
Puede que la política sea el arte de lo posible, pero incorporar a Hamas no hará posible que la AP se democratice; en su lugar, permitirá entrar al terrorismo por la puerta principal. A la administración Bush le gustaría reformar la AP e insertar elementos democráticos. Optar también por Hamas es contraproducente para ese objetivo. Hay un motivo para que Hamas se encuentre en la lista de terroristas del Departamento de Estado; no olvidemos por qué les pusimos allí antes. Financian e implementan actividades terroristas; por otra parte, gran parte de su financiación se recauda en Estados Unidos.
La definición más simple de la democracia es “una forma de gobierno donde las decisiones de todo el estado son tomadas directa o indirectamente por la mayoría de su ciudadanía a través de un proceso electoral justo”. El concepto es tan ajeno a Hamas que “proceso electoral justo” ni siquiera es parte del léxico de Hamas. El uso de la fuerza para presionar a grupos o a particulares es el modo en que operan.
En lo que respecta al palestino de la calle, Hamas es un contratista de asistencia social que proporciona educación, comidas calientes y asistencia médica; así es tan atractivo. Si Abbás es serio acerca de reformar la AP y trabajar con Estados Unidos e Israel, su partido Fatah y él necesitan trabajar para proporcionar un programa de bienestar social mejor que saque a Hamas del negocio.
El quid de la cuestión es que las probabilidades de que Hamas cambie su modus operandi y abandone su misión - destruir el Estado de Israel - no existen. Dicho eso, la tensión que es preciso resolver se encuentra entre Fatah y Hamas -- en otras palabras, entre islamistas y seculares. Y eso determinará el carácter de la AP.