La causa palestina no había estado nunca tan marginada como hoy. Ese fue el mensaje del primer ministro palestino, Salam Fayad, en una reciente reunión en Ramalá. La "Primavera árabe" ha desviado la atención de la comunidad internacional y el mundo árabe, en detrimento de los palestinos.
Pero Fayad también fue franco al decir que los levantamientos eran inevitables. La falta de respeto por los ciudadanos en países como Siria, Túnez y Egipto, dijo, no podía mantenerse para siempre. Con un ponderado orgullo, señaló la ausencia de protestas similares en la Autoridad Palestina.
Pero el drama de los levantamientos ha contribuido a la "falta de foco" en los palestinos, una situación que Fayad claramente encuentra novedosa y perturbadora. En su declaración agregó de manera convincente que los errores de las potencias mundiales durante el otoño de 2011 han hecho retroceder dramáticamente la causa del Estado palestino. Presionar por un acuerdo en temas de estatus final, como fronteras y refugiados, en lugar de pasos por etapas para construir infraestructura, cooperación y confianza, ha resultado desastroso.
Fayad destacó que la cooperación de seguridad entre Israel y la Autoridad Palestina es buena, pero también se preguntó por qué Israel no permite gestos simbólicos, como la creación de estaciones de policía palestina en áreas que están bajo el control exclusivo de la AP. Apenas unos días antes, él se trasladó a un evento en un pueblo cercano a Belén con un importante contingente de seguridad. ¿Por qué no permitir una presencia de seguridad palestina al estilo de alguaciles en tales sitios? "Ello no tendría ningún costo político para Netanyahu", agregó, observando que los medios israelíes rara vez reportan siquiera las operaciones de Israel en los territorios, mucho menos las palestinas.
Tales esfuerzos tendrían un valor simbólico, y el valor práctico de demostrar la creciente eficacia de la Autoridad Palestina hacia sus propios ciudadanos. Además, estas iniciativas pondrían de nuevo a Israel y la AP en sintonía con los Acuerdos de Oslo.
La misma mañana que conversábamos con Fayad en su oficina, un terrible accidente entre un autobús escolar palestino y un camión conducido por un árabe israelí le costó la vida a cinco niños y un maestro, e hirió a otros 42. Decenas de niños fueron atendidos en hospitales palestinos e israelíes. Un accidente de tránsito menos horrendo desató la primera intifada en 1987.
Fayad advierte que la calma que prevalece es frágil, y apuntó a la violencia por parte de israelíes de los asentamientos y los ataques contra mezquitas, que han ocurrido últimamente incluso en territorio israelí. También se queja por las redadas nocturnas de Israel en áreas palestinas.
Cuando se le preguntó sobre el impacto de la crisis de la deuda europea en la ayuda financiera a la AP, Fayad respondió que el dinero continúa llegando. Pero también indicó que él no recibe "llamadas de líderes mundiales sobre la ayuda", lo cual atribuye a la marginación del tema palestino.
Al viajar por Ramalá, los frutos de la construcción de infraestructura de Fayad se ven por todas partes. Desde el centro de Jerusalén hacia el norte, a través de una vía principal, la separación entre las dos ciudades es difícil de percibir. Si no fuera por la barrera y el terminal, hacia donde se desvía la mayor parte del tráfico, un observador pensaría que simplemente está recorriendo una misma ciudad de un lado a otro.
Ramalá se expande y está llena de nuevas construcciones. Bloques de apartamentos con fachadas de piedra se levantan en todas las colinas, y los edificios gubernamentales son testimonio de la visión tecnocrática de Fayad de un Estado palestino moderno. Pero también hay recordatorios de cuánto debe recorrer aún ese Estado en gestación. Cuando una infrecuente tormenta arrojó una muy necesaria lluvia sobre la Autoridad Palestina, las calles principales de Ramalá quedaron anegadas con casi medio metro de agua. Un conductor de autobús comentó que no se han limpiado los drenajes, por lo que la lluvia recorrió las calles entrando en los sitios en construcción y empapó los montones de basura no recogida.
Fayad no hace comentarios sobre su rival, Mahmud Abbas, o sobre el acuerdo de unidad patrocinado por Catar entre Fatah y Hamás. Si ese acuerdo avanza —algo que cada día luce más remoto—, el papel de Fayad en un nuevo gobierno de la AP continuará siendo dudoso. Hamás ya ha dejado claro que la presencia de Fayad no sería tolerada. Pero él sigue siendo una figura fundamental para la buena gobernanza en la AP, y podría resultar indispensable. Al mismo tiempo, cómo el propio Fayad toleraría ser parte de un gobierno aún más dividido y lleno de disputas, es algo igualmente incierto.
Lo que sigue siendo cierto es que Fayad es a la vez el principal vehículo para un futuro Estado palestino y su símbolo más eficaz. La inundación de las calles genera preguntas sobre la efectividad del proyecto palestino. El prospecto de un gobierno sin Fayad y bajo el liderazgo de Hamás y Fatah, dos movimientos que han demostrado ser sectarios, violentos y cleptócratas, plantearía interrogantes sobre la viabilidad última del proyecto palestino. Perder a Fayad garantizaría la marginación de la causa palestina.
Alexander Joffe es un historiador y escritor radicado en Nueva York. Asaf Romirowsky es investigador en la Fundación para la Defensa de la Democracia y el Foro del Medio Oriente.